miércoles, 20 de junio de 2012

Cuando Alfonsín quiso reformar los sindicatos

El Ministro Antonio Mucci debió renunciar tras el fracaso de la reforma

Corrían los últimos días de 1983 y la democracia retornaba al país. Raúl Alfonsín asumía la presidencia en medio del fervor popular y las esperanzas de cambio. Durante la campaña electoral había denunciado un pacto militar-sindical entre el general Cristino Nicolaides y el metalúrgico Lorenzo Miguel para que el peronismo amnistiara a los militares que habían cometido delitos durante la dictadura. En ese contexto, y apenas once días después de acceder a la Casa Rosada, el radical envió al Congreso un proyecto de ley para modificar la estructura gremial argentina.

La Ley de Reordenamiento Sindical, o Ley Mucci por el Ministro de Trabajo Antonio Mucci, comenzó a ser tratada en la Cámara de Diputados el 10 de febrero de 1984. El proyecto obtuvo dictamen de mayoría en las comisiones de Trabajo, Previsión Social e Interior y Justicia y pasó al recinto para que al día siguiente fuese aprobado en el pleno del recinto. Allí el radicalismo contaba con amplia mayoría tras las elecciones de octubre. Ese mismo día fue girado al Senado, en donde la historia sería distinta.

¿Qué decía el proyecto? Se buscaba incluir a las minorías en las cúpulas sindicales, renovar la totalidad de los cargos, garantizar las elecciones a través de la intervención de la Justicia Nacional Electoral, separar los fondos de las obras sociales de los fondos sindicales específicos y permitir la creación de nuevas uniones u organizaciones. Todas estas medidas eran resistidas por los dirigentes gremiales al considerarlas "un intento de avance en la organización interna de los sindicatos". Denunciaban que Alfonsín buscaba recortar poderes a la CGT. Este proyecto también aceleró el proceso de unificación entre los sectores Azopardo y Brasil de la central de trabajadores.

El 15 de febrero el Senado comenzó a tratar el proyecto en comisiones mientras los peronistas hacían cuentas para tratar de rechazar la reforma. Ese día llegó la primera victoria: el proyecto sólo sería tratado en la Comisión de Trabajo, presidida por el justicialista Oraldo Britos. Un mes más tarde llegó el momento de la votación en el recinto y el legislador Elías Sapag, del Movimiento Popular Neuquino, sorprendió a todos. Muy pocos sabían que su voto sería contrario, incluso el presidente del bloque del PJ (Vicente Saadi) desconocía esa postura.

El rechazo terminó con las esperanzas del radicalismo y sepultó los intentos alfonsinistas de democratizar los sindicatos. 28 años después se vuelve a discutir el rol de los gremios y muchos buscarán desempolvar esta vieja idea que germinó en plena primavera democrática.

domingo, 17 de junio de 2012

Los grandes al descenso

El uruguayo Mario Alles contuvo el penal que podría haber salvado a San Lorenzo en 1982

La historia del fútbol argentino tiene cinco equipos denominados "grandes" que supieron ocupar los puestos de privilegio desde 1931 hasta la fecha. Incluso hasta 1967, cuando Estudiantes de La Plata se coronó campeón del Metropolitano, habían monopolizado todos los torneos locales. Los años pasaron y en la década del 80' comenzó la debacle para algunos de ellos, una historia que parece querer repetirse en este nuevo siglo. En 1981 San Lorenzo descendió a la Primera B y dos años después fue el turno de Racing. En 2011 el que sufrió por sus malas campañas fue River Plate y en estos momentos el Ciclón está en zona de descenso directo, a falta de una fecha. Pero veamos esas historias del fútbol.

En Argentina se jugaba el Torneo Metropolitano 1981, cuyos principales animadores eran el Boca de Maradona y el Ferro de Griguol. No existían los promedios y los dos últimos de la tabla general descendían directamente. San Lorenzo llegó a la última fecha con 28 puntos y disputaba un partido decisivo contra Argentinos Juniors, que con un punto menos peleaba también por mantenerse en Primera (Colón ya estaba descendido). Tras malograr un penal decisivo, San Lorenzo no pudo aguantar un empate que lo hubiera salvado de jugar en la B.

Cuando iban 40 minutos del primer tiempo el tucumano Carlos Salinas puso el 1-0 para los Bichos, tras un penal cobrado por el arbitro Carlos Espósito. Los de Boedo, que ya jugaban de local en cancha ajena tras vender el Gasómetro, se convirtieron en el primero de los grandes en irse a la segunda división. El Gordo Soriano describía así el descenso: "Esto no es una despedida. Es, más bien, un abrazo de bienvenida al reino del olvido. Juntos, entramos en un largo invierno". Al año siguiente llegó el ascenso, con una campaña que revolucionó la segunda división. Estadios llenos, gran nivel futbolístico y la vuelta a una categoría en la que siempre debió estar.

La temporada 82/83 trajo una modificación que llega hasta nuestros días: la tabla de promedios. Se sumaban los puntos de los torneos metropolitanos de ambos años y se dividían por 2. Racing Club fue el primer grande que sufrió la famosa ecuación del descenso. Tras perder 4-3 con su homónimo cordobés en diciembre de 1983, el equipo que dirigía el famoso Juan José Pizzutti fue condenado a jugar los sábados. Pero a diferencia de San Lorenzo, tardó mucho en volver.

Su incursión en la Primera B fue negativa, ya que en ambas temporadas no pudo alcanzar el único ascenso directo. En la 83/84 la Academia perdió la final del octogonal por el segundo ascenso ante Gimnasia y Esgrima de La Plata. Recién en la 84/85, tras jugar nuevamente el torneo por ese preciado segundo lugar, logró el ascenso a la Primera División del fútbol argentino. Pero su historia con la B no termina allí. En 2008 disputó una promoción con Belgrano en la que pudo mantener la categoría tras empatar en Córdoba y ganar 1-0 en Avellaneda.

Cuando en 1983 se instauraron los promedios, el principal beneficiado fue River Plate, que había quedado anteúltimo pero zafó por los puntos de la temporada anterior. Tuvieron que pasar 27 años para que el equipo de Nuñez cayera en desgracia. Ya con el nuevo sistema de promedios de sumar los puntos de tres temporadas, River quedó en zona de Promoción en la 2010/11 y debió jugar contra Belgrano. Tras perder 2-0 en Córdoba y empatar en el Monumental, el equipo dirigido por Juan José López perdió la categoría.

Actualmente comparte la punta del Nacional B con Instituto de Córdoba y depende de si mismo para lograr uno de los dos ascensos directos. Si no llega a lograrlo, aún tiene la instancia de Promoción para volver a la Primera. Pero eso sería desastroso para todos los hinchas de River.

martes, 5 de junio de 2012

Historia de la Procuración General


El Senado escuchó durante diez horas a Daniel Reposo, candidato propuesto por el Gobierno para reemplazar a Esteban Righi en la Procuración General de la Nación. El jefe de todos los fiscales del Estado es una figura creada en 1860 tras la reforma constitucional y 24 abogados ocuparon su titularidad. Vamos a contar la historia de algunos de ellos.

El primero fue Francisco Pico, dirigente anti rosista que tras la Batalla de Caseros asesoró a Justo José de Urquiza y luego pasó a formar parte de las filas de Bartolomé Mitre. En 1863, bajo el Gobierno del fundador del Diario La Nación, le ofrecerían ser el primer Procurador General. Falleció en 1875 cuando aún ocupaba su cargo.

Ya con Nicolás Avellaneda de presidente, Carlos Tejedor fue el elegido para suceder a Pico. El funcionario que durante su mandato también fue decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, renunció a la Procuración en 1878 para ocupar la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires. Tejedor es el autor del primer Código Penal argentino, que comenzó a regir en 1887.

Eduardo Costa es considerado el padre del Poder Judicial argentino. Como ministro de Justicia de Mitre organizó la primera Corte Suprema, creó los juzgados federales y apoyó la aparición de los registros civiles. Tras ser diputado nacional e interventor de la Provincia de Santa Fe, Avellaneda lo nombró Procurador en 1878. Se mantuvo en su cargo hasta 1890.

En 1917 llegó a la Procuración el tucumano José Nicolás Matienzo, quien anteriormente había sido responsable del Departamento Nacional de Trabajo, designado por el presidente José Figueroa Alcorta en 1907. Es considerado el primer antecedente de lo que luego serían las secretarías y ministerios laborales. Matienzo ocupó el cargo de jefe de los fiscales desde el Gobierno de Hipólito Yrigoyen hasta los primeros tiempos del mandato de Marcelo T. de Alvear, puesto que dejaría para ser Ministro de Interior del radical.

En 1923 se incorporaría a la lista un nombre conocido por todos nosotros, Horacio Rodríguez Larreta, tío abuelo del actual Jefe de Gabinete de la Ciudad de Buenos Aires. La historia lo recordará como el Procurador que firmó la acordada de la Corte Suprema que reconoció al Gobierno de José Félix Uriburu, primer presidente de facto del país.

Juan Álvarez llegó al cargo de Procurador en 1935 y se mantuvo allí hasta 1947. En el medio tuvo una participación política que podría haber cambiado la historia. Edelmiro Farrel era el presidente cuando ocurrieron los hechos de octubre de 1945, en los que una multitud pidió la libertad del Coronel Perón. La semana anterior hubo conversaciones con Álvarez para que presida un Gobierno interino de conciliación, pero el país cambiaría ese miércoles 17.

Más cerca de nuestros tiempos podemos nombrar a Enrique Carlos Petracchi (1973-1976), padre del actual Juez de la Corte Suprema Enrique Santiago Petracchi; Andrés d'Alessio (1987-1989), integrante del Tribunal que juzgó a las Juntas Militares en 1985; y al propio Esteban Righi (2004-2012), ministro del Interior de Héctor J. Cámpora en 1973.

En estos momentos hay un Procurador interino, Luis González Warcalde, designado durante el Gobierno de Carlos Menem como Procurador Fiscal. Entres otros fallos y decisiones, determinó que Massera era inimputable para ser juzgado, avaló un reclamo que permitió liberar a Gregorio Ríos, excustodio de Alfredo Yabrán, y fue cuestionado por la Utpba por su investigación en la muerte del periodista Mario Bonino. Mientras el Gobierno no consiga los votos de los 2/3 del Senado para designar a Reposo, Warcalde seguirá siendo el jefe de los fiscales de la Nación.

jueves, 31 de mayo de 2012

El Grito de Alcorta


Hace varios días que vemos noticias sobre el centenario de un movimiento campesino que fue fundamental para el sector agropecuario nacional. "El Gobierno quiere bajar a Buzzi del homenaje al Grito de Alcorta", dice Clarín; "(...) el presidente de la Federación Agraria usó dinero del Estado para un millonario monumento pero no quiere que vaya la mandataria (...), aseguran desde medios cercanos al kirchnerismo. No se sabe lo qué pasará en el festejo del 25 de junio pero yo quiero contar lo que fue el "Grito de Alcorta".

A fines del siglo XIX las políticas inmigratorias ayudaron a poblar el país. Buena parte de esos hombres y mujeres fueron a trabajar al campo, quizás guiados por una tradición laboral que traían desde su tierra natal. La mayoría no pudo comprar su propio terreno y debió apelar al arrendamiento de las tierras que eran propiedad de los grandes terratenientes.

Las crónicas de la época cuentan que algunos arrendadores llegaban a exigir el pago del 30%, el 40% y hasta el 50% de lo obtenido en cada cosecha, un porcentaje que dejaba a los pequeños campesinos con más deudas que ganancias. Apenas lograban pagar lo pactado, situación que derivó en las primeras protestas y movilizaciones del sector agropecuario.

La cosecha de 1911 fue azotada por la sequía y la langosta, en especial en Santa Fe y el norte de Buenos Aires, y dejó a muchos arrendatarios en una complicada posición. Pagaron algunas deudas y esperaron a que el clima mejorase para poder salir adelante. Incluso llegaron a pensar que la cosecha record de 1912 los salvaría económicamente. Pero esto no fue así.

Debido a los contratos leoninos, que en ciertos casos eran renovados año a año para poder modificar las ganancias a favor del dueño de la tierra, los campesinos no obtuvieron lo que esperaban. Pronto tomaron la decisión de pasar a la acción directa y hacerse oír para modificar la matriz comercial del sector.

El 25 de junio, en la Sociedad Italiana de Alcorta (Santa Fe), unos 600 pequeños productores dispusieron el inmediato cese de comercialización para exigir el cumplimiento de dos puntos centrales: no pagar "más de veinte pesos por cuadra" y "no dar más del 25% de la cosecha". Además reclamaban contratos de, al menos, cuatro años de duración.

Tras dos meses de protestas, el 15 de agosto se fundó la Federación Agraria Argentina con el objetivo de agrupar a los campesinos que estaban enfrentados a la Sociedad Rural. Las medidas duraron un año, período en el que no faltaron los asesinatos a productores y dirigentes cercanos a la nueva organización rural.

A mediados de 1913 los terratenientes cedieron ante las presiones, aunque los cambios no lograron ser sustanciales. Las exigencias bajaron y los contratos fueron más blandos, pero el negocio agropecuario mantendría las desigualdades por otros 40 años. Fue recién durante el Gobierno de Juan Domingo Perón que la historia comenzaría a cambiar con la aprobación de la Ley de Arrendamiento Rural.

miércoles, 30 de mayo de 2012

La primera Copa Argentina


Según el sitio oficial de esta competición de la AFA, la actual Copa Argentina "es el primer torneo integrador y solidario de todas las categorías del fútbol argentino". Pero esta afirmación es falsa, ya que si buceamos en la historia del deporte nacional nos encontramos con un antecedente que incluso llevó el mismo nombre. Y que puede tener el mismo campeón.

Terminaba el año 1968 y la Asociación del Fútbol Argentino era comandada por Armando Ramos Ruiz, dirigente de Racing y especialista en temas petroleros que había trabajado en YPF y en la Dirección Nacional de Energía. Su designación fue dispuesta por el propio dictador Juan Carlos Onganía, declarado ignorante del fútbol.

Estudiantes era el reciente campeón de la máxima categoría, el primero de los chicos que lo lograba, cuando la Conmebol dispuso la creación de la Recopa Sudamericana de Clubes que en 1970 deberían disputar equipos que no hubiesen clasificado a la Libertadores. Debido a eso, en la AFA tuvieron la idea de organizar un nuevo torneo y llevar el fútbol grande al interior del país: la Copa Argentina.

En su primera y casi única edición (hubo una segunda que no llegó a completarse), participaron 19 equipos de Primera, el campeón de la B (Almagro) y 12 clubes de las ligas regionales del Interior. La forma de disputa fue de ida y vuelta en cancha neutral y contó con varias sedes en todo el país: Jujuy, Santiago del Estero, San Juan, Santa Fe, Chaco, Córdoba, Misiones, Corrientes y Buenos Aires.

Los primeros encuentros se jugaron el 6 de febrero de 1969 y las finales se celebraron el 23 y 27 de julio en el Gasómetro. En medio del desarrollo de la competición había asumido el nuevo interventor, Aldo Porri, abogado y síndico de empresas privadas que estaba relacionado con Chacarita, equipo que ese mismo año sería campeón del Torneo Metropolitano.

A la última instancia llegaron dos cuadros de la Capital Federal, Boca Juniors y Atlanta, ambos de Primera División. Los de la Ribera habían superado ampliamente a Colón de Santa Fe al ganar 5-0 en la ida y 1-0 en la vuelta. Por su parte, Atlanta había triunfado sobre Rosario Central con sendos 2-1, llegando así a su primera final oficial.

En Boedo, y tras ganar un partido cada uno, la serie se definió por diferencia de goles. Boca triunfó 3-1 en el primero y cayó 1-0 en el segundo, sumando así una copa más a sus vitrinas y obteniendo el pase al nuevo torneo internacional.

Unos meses más tarde, Boca se quedaría con el Torneo Nacional y clasificaría a la Copa Libertadores, dejando su lugar en la Recopa para Atlanta. Pero esa ya es otra historia.

martes, 29 de mayo de 2012

"El que apuesta al dólar, pierde", dijo el ministro


Me puse a pensar en mi rol de periodista y eterno amante de la historia y encontré algo que podrá ayudarme a despuntar el vicio. Todas las semanas surgen noticias que están relacionadas con un hecho histórico, como hace un tiempo sucedió con la renuncia de Esteban Righi, que obligó a varios medios a contar sobre su desempeño como ministro del Interior de Héctor J. Cámpora.

Ahora estamos hablando del dólar en todos sus colores, el verde (oficial), el blue (paralelo) y el celeste (híbrido a mitad de camino entre ambas cotizaciones) y muchos apelaron a una frase pronunciada en 1981: "El que apuesta al dólar, pierde". Vamos a contar su origen.

Corría el año 1981 y la dictadura cambiaba de líder. Jorge Rafael Videla le dejaba su lugar a Roberto Viola tras un fracaso económico que sumía al país en una (otra) profunda crisis. Las políticas neoliberales de José Alfredo Martínez de Hoz no lograron revertir la situación reinante y su tablita cambiaria fracasó, llevando a muchos a invertir en dólares ante las constantes devaluaciones del Peso Ley 18.188.

Viola designó a Lorenzo Sigaut como ministro de Economía, dentro de un Gabinete que se dividía entre civiles y militares. El flamante titular de una cartera vital para el nuevo Gobierno estaba vinculado a la automotriz FIAT y al día siguiente de asumir anunció una devaluación del 30% "como incentivo a la producción agropecuaria e industrial y para desalentar movimientos especulativos de capitales". Era la más fuerte desde que en 1975 Celestino Rodrigo depreció la moneda un 100%. Sigaut también decidió crear un "dólar financiero" libre y un "dólar comercial" regulado, con diferentes valores.

Tras otras dos medidas devaluatorias en apenas 84 días, el ministro pronunció la frase por la que se lo recordaría hasta nuestros días. Luego de eso continuó con su política económica que jamás logro frenar una inflación de más del 100% interanual y que provocó un enorme aumento de la deuda externa a través de la toma de créditos internacionales y la estatización de los pasivos de muchas empresas privadas.

En diciembre de ese año, y tras problemas cardíacos que lo alejaron de su función, Roberto Viola debió dejar su lugar a Leopoldo Galtieri, quien designaría a Roberto Alemann en el Ministerio de Economía. Con estos cambios políticos, Lorenzo Sigaut dejaría la función pública y se dedicaría a la consultoría económica para empresas y sindicatos, algo que siguió haciendo hasta bien entrado el nuevo siglo.