jueves, 21 de marzo de 2013

El Papa de América Latina




Bergoglio es el Papa, chabón. Un cuervo en el Vaticano, un arrrrgentino al poder. Nadie lo esperaba, ni siquiera La Nación, tan religioso, tan preciso en temas clericales. Todos apostaban por el brasileño. O por uno de los tanos. Como mucho por el canadiense. Ni los muchachos del Opus imaginaban esto. Bah, dudo que los seguidores de Escrivá de Balaguer puedan creer que un jesuita es Papa. Pero ahora lo salen a bancar. Por argentino. Por corporativistas.

Jorge Mario (aka. Francisco), el obispo de Buenos Aires, es quien dirigirá los destinos de 1.200 millones de católicos hasta el día de su muerte. O hasta que haga la gran Ratzinger, quién sabe. Lo primero que hizo fue mostrar actitudes y acciones que lo diferencian de su antecesor. Habló de una Iglesia pobre para los pobres, se acercó a la gente y prometió lavar los pies de los pibes que están encerrados en una cárcel de menores. También dejó en claro que lo suyo es la austeridad: los mismos zapatos, que serán ortopédicos pero están gastados, la decisión de no usar estola y demás pompas papales, el viaje en ómnibus junto al resto de los cardenales y, sobre todo, la llamada al canillita para confirmar que no va a seguir comprando el diario.

Gestos, marketing, continuidad de una vida simple. Lo que sea. No importa. Lo destacable es porqué lo pusieron en ese lugar. Vamos a hablar un poco de religión e historia de América.

Resulta que en este lugar perdido en el sur, a miles de kilómetros de la Plaza San Pedro, tenemos la mayor cantidad de católicos del mundo. Sí señores, en esto somos el primer mundo religioso. Pero, siempre hay un pero en estas historias, los evangélicos (pentecostales en su mayoría) avanzan sobre la grey católica. Para eso, hace 6 años, el Episcopado de América Latina y el Caribe emitió un documento que marca el rumbo de lo que se necesita para frenar la diáspora. Reunidos en Aparecida (Brasil), señalaron que era fundamental “ocuparse mejor de los católicos que están alejados de la vida religiosa, acompañar particularmente a los sectores más necesitados, en la región más desigual del planeta, y revitalizar espiritualmente sus comunidades religiosas”. ¿Cómo? ”Potenciando la presencia del catolicismo en la vida pública, mediante un mayor compromiso cívico de los laicos, junto con la continuación de la firme denuncia de todo aquello que afecta la dignidad humana”. ¿A qué les suena?

Bueno, el que escribió ese texto, lo puso a consideración de los obispos, y lo cerró con un moñito fue… Adivinaron. Bergoglio. Entonces, ¿a quién iban a poner al frente de la Iglesia? En la reunión con Cristina del lunes el Papa le regaló el documento de Aparecida. ¿Ahora les empieza a cerrar?

La fuerza del catolicismo se encuentra en este continente olvidado. Ese al que llegaron los conquistadores para conseguir millones de fieles que reyes y papas necesitaban con urgencia. A la fuerza, pero los consiguieron.

Ahora resta saber si Francisco podrá seguir con su rutina Argentina. Esa cercana a los pobres y humildes. Quizás lo dejen. Para mantener viva a la Iglesia. O quizás no. 

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