viernes, 19 de febrero de 2016

Tener que ir todos los días a un hospital es una mierda. Y que encima puedas ver a tu vieja sólo dos veces por día es terrible. Te levantás con angustia, te vas a dormir igual, pasás varias horas del día pensando en que tenés que ir otra vez a verla. Tu jornada gira en torno a esa internación.

Ves a los doctores todos los días y te empiezan a llamar por tu nombre. Las enfermeras te preguntan cómo anda. Hay que explicar el cuadro clínico a todo el mundo: amigos, familiares, conocidos...
Comés cuando podés hacerlo, a veces te conformás con un sanguchito de la YPF de la esquina, otras venís a casa y comés lo que queda en la heladera. Te apoyás en los que se acercan a verte, en los que te envian un mensajito a la distancia, en los amigos que te mandan 1000 whatsapps por día. Tratás de ser fuerte. Muy fuerte. Por ella, por vos, por tu hermano, por la vida en general.

Hoy quiero contarles la historia de mi vieja. Nació en julio del 58 y a los dos días la separaron de su mamá. Fue criada por otros padres que la compraron porque no podían tener hijos. La amaron como nadie más pudo hacerlo, pero ella siempre sintió que era adoptada. Bah, adopción no es la palabra. Tuvo unos padres de crianza maravillosos que no eran sus padres biológicos.

A los 21 conoció a mi viejo y los pocos meses se casaron vía Paraguay. El tenía 39 y era divorciado. Se amaron profundamente durante muchos años. Eran una pareja hermosa, grandes compañeros de vida. Nacimos nosotros dos en el 82 y 85 y ellos se pudieron casar recién en el 94. Hicimos grandes viajes de vacaciones: Patagonia, Cataratas, Uruguay, Córdoba, Años hermosos para la familia. Mi vieja comenzó su lucha social en las cooperadoras escolares. Los 90 destruyeron la educación y las organizaciones de padres lograron sacar adelante las escuelas públicas. Ella siempre estuvo ahí presente por nosotros.

Pero esa década también le pegó fuerte en lo personal. En el 91 murió mi abuela materna, en el 98 mi abuelo. Fue mucho peor al inicio del 99. A mi papá le detectaron un cáncer y tras varias operaciones murió en septiembre. Y un mes después, en pleno duelo, mi vieja se enteró que era adoptada.

Cuando comenzó el siglo decidió buscar sus orígenes y fue hasta Abuelas. Ahí le dijeron que ellas no podían hacer mucho por los adoptados fuera del período de dictadura pero la acercaron a otros cientos que buscaban lo mismo. Y ahí comenzó su otra lucha social, creando una ONG que en los últimos 15 años ayudó a que miles encuentren sus raíces. Fue la presidenta hasta que un ACV le hizo bajar varios cambios en el 2014. A partir de ahí fue nuestra viejita, la que era un poco más débil pero seguía luchando para ayudar a otros.

No, ella nunca pudo encontrar sus orígenes. Cosas de la vida.

Mamá está hace 18 días en un hospital. Entró con dolores de estómago, terminó siendo operada por un pequeño tumor en el intestino grueso y ahora sigue en terapia por una infección generalizada derivada de la primera operación. La vieja está luchando, como hizo siempre. Y nosotros al lado de ella para lo que necesite.

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